Mostrando entradas con la etiqueta Arsenal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Arsenal. Mostrar todas las entradas

jueves, 16 de octubre de 2014

Brillando en la espesura

En la última jornada de Champions, Bayern y Arsenal se dieron cita en un partido que prometía mucha diversión, pero que finalmente acabó siendo un espectáculo soporífero, espeso y difícil de digerir. Sin embargo, dicho escenario sirvió como caldo de cultivo de una actuación sublime, que si bien quedó oculta entre tanta sombra, permitió al espectador deleitarse con su brillantez.


Bayern de Múnich y Arsenal se enfrentaron en uno de los duelos de los octavos de final de la Champions que mayor expectación traían consigo, y no porque el resultado de la ida dejara la eliminatoria abierta para los dos, sino más bien por la buena imagen dejada por los de Wenger cuando aún no se encontraban en inferioridad. El choque, además, empezó envuelto en una tesitura un tanto especial, gracias, sobre todo, a los onces tanto de Wenger como de Guardiola, los cuales no dejaron a nadie indiferente. El alsaciano saltó al Allianz sin complejos, con un solo mediocentro, y cinco hombres totalmente ofensivos. Por su parte, Guardiola no quiso ser menos, e innovó con un equipo bastante novedoso, con solo dos hombres en el medio, y lo que sorprendió aún más, con Javi Martínez y Lahm ocupando puestos en la zaga, como lateral y central derecho.

Dentro de la más honda espesura…

Esta transformación de Pep, a pesar de sorprender a la mayoría de los presentes en el estadio, obedecía a una idea o planteamiento bastante claro, que el propio técnico español, ya se encargó de recordar en la rueda de prensa posterior al partido: “Tras el 0-2 en Londres, no queríamos permitir ninguna contra, sólo controlar el partido”. Y así fue. Durante la mayor parte del choque, especialmente los primeros 45 minutos, el Bayern controló el partido, y vaya si controló. Con Thiago al mando de la sala de operaciones, y el resto bien concentrados en el plan de vuelo, el Bayern se pasó todo el primer tiempo tocando, de un lado al otro del césped, sin arriesgar, sin complicarse, siempre en horizontal. El objetivo no era ser profundos, no era deleitar a sus hinchas, no era romper las líneas rivales, no, el plan era simplemente ese, no perder el balón.

A esto se le añadió que el Arsenal, lejos de lo que pudo parecer por el once inicial, no quiso borrarse pronto del partido, no quiso jugarlo todo desde el inicio, y se resguardó. Cuando el Bayern la tenía, ellos estaban atrás. Cuando el equipo robaba, era hora de intentar salir a inquietar al rival, cosa que, exceptuando alguna gran cabalgada de Oxlade, los gunners apenas lograron. Ya en la segunda parte el escenario cambió, pero de poco sirvió, pues el Arsenal, aunque se acercó, no llegó hacer creer a nadie que serían capaces de remontar. Conclusión: toda la expectación y algarabía inicial acabó, lenta y dolorosamente, en un espectáculo plomizo, tedioso, y bastante difícil de aguantar.

Con este resumen del choque, parece difícil sacar alguna otra conclusión, pero lo cierto es que esto del fútbol da para mucho, y más cuando se dan cita tantos jugadores de tal talla mundial. Así pues, el encuentro nos dejó varias conclusiones: Oxlade probablemente sea el mejor jugador del Arsenal hoy en día, Özil el peor, El Bayern aún necesita más rodaje, etc. De entre toda esta lista, merece la pena centrarse en una de ellas, más bien en un nombre en concreto, el de Javi Martínez.

…se abrió paso la brillantez

Su titularidad fue totalmente inesperada. Boateng, hombre que se quedó en el banquillo en lugar del navarro, venía de completar grandes choques, mostrándose, casi con total seguridad, como el zaguero más seguro. Entonces, ¿por qué Javi Martínez? La respuesta es bien sencilla y nace, sin ir más lejos, de las palabras de Guardiola: el Bayern salió a controlar.

Y es que Boateng es un central de diez: rápido, fuerte, siempre muy atento, muy solidario y seguro en la cobertura, un auténtico portento físico, muy lejos pues, de lo que es Javi Martínez. Ojo, que no quiere decir esto que el español no sea otro portento, que lo es, pero antes que eso, Javi es un grandísimo jugador de fútbol. Un pelotero, un mediocentro capaz de sumarse al ataque a asistir con un último pase, o bien de controlar el juego desde el medio. Casualmente, esto último, lo de controlar el juego, era lo que Pep buscó en el partido, y de ahí que el atleta Boateng dejara su sitio al tocón Javi Martínez. Tener al navarro como central aportaba, no solo a un gran defensa, cosa que ya es Boateng, sino a uno más, otro jugador con capacidad de recibir la pelota, aguantar la tarascada y cederla a un compañero.


Javi Martínez brilló tanto en ataque (76/83 pases completados) como en defensa (12/12 balones despejados)


Estaba Thiago, estaba Lahm, estaba Schweinsteiger, estaba Alaba, y ahora además, estaba Javi. Todos ellos con dotes de sobra para controlar el partido a través del esférico, intercambiándoselo, sin apuros, sin recurrir al pelotazo. Como era de esperar, el navarro cumplió en ese aspecto, sin embargo, su actuación no quedó ahí, y fue más allá. No contento con satisfacer el requisito principal que Pep le había encomendado, Javi Martínez completó un choque estelar defensivamente, tanto, que se convirtió en uno de los nombres de la noche. El Arsenal no atacaba mucho, pero cada vez que se acercaba, ahí estaba Javi: encimando al hombre que iba a recibir, adelantando muchísimo su posición para evitar la recepción del rival, rápido y contundente ante tanto mediapunta habilidoso, y lo que es aún mejor, dando una sensación de seguridad y madurez fundamentales en ese puesto.


Con asiduidad, el navarro adelantó mucho su posición para evitar la recepción del rival. (Bayern.de)



El Bayern falló defensivamente, pero no así Javi, que con su partido agitó más fuerte que nunca su bandera de guerra, señal inequívoca de que el navarro está ahí, dispuesto a ganarse las habichuelas en el puesto que sea, y lo que es más importante, planteando en el seno de la hinchada bávara una cuestión: ¿Es Javi Martínez el mejor central de la engrasada maquinaria bávara? Aún es pronto para poder responder con seguridad a dicha pregunta, al contrario de lo que ocurre con otra, de la cual ya no queda ninguna duda, y es que, en la noche de Champions en el Allianz-Arena, Javi Martínez fue la brillantez entre la espesura.

sábado, 11 de octubre de 2014

Las dos caras de la moneda

El fútbol es un deporte vivo, lleno de carruseles, de idas y venidas, donde situarte en lo más alto no es, ni más ni menos, que el preludio de un golpe venidero. Esto mismo deberán estar pensando los aficionados del Arsenal estos días, que han tenido que ver como su equipo en apenas unas semanas y sin previo aviso, pasaba de tocar el cielo, a verse incrustado nuevamente en la más profunda terrenalidad.


Parece claro este año existe un momento de inflexión para todo aquel seguidor, fan o simpatizante del equipo con sede en el Emirates Stadium. Se trata, como no podía ser de otro modo, de la llegada del exquisito trescuartista alemán Mesut Özil al cuadro gunner. Aquel movimiento de última hora encendió de sobremanera las alarmas del seno de una familia que, en los últimos años, parece haberse acostumbrado en exceso al desconsuelo y la autocompasión. A pesar de esta magnífica coyuntura, por todos es sabido que el fútbol no es una simple colección de cromos, donde gana el que más y mejores tiene, y sino que se lo pregunten al propio Arsenne Wenger.

Desde que se inició la temporada, el trabajo del alsaciano para conformar partido tras partido la plantilla más competitiva se ha convertido en un auténtico trabajo de chinos, y aún a estas alturas, es difícil conformar un once tipo del equipo londinense. A continuación, se pasarán a analizar dos momentos muy importantes de este nuevo Arsenal, separados por un espacio de tiempo tan corto, que parece inverosímil la diferencia existente entre ambos. Son, la cara y la cruz del Arsenal este año.

La cara

Nos remontamos a la segunda jornada de Champions, donde un Nápoles que manaba confianza por los cuatro costados aterrizaba en Londres con el fin de visitar a unos cañoneros, cuyos partidos anteriores habían permitido saborear a sus fieles  aquella dulce sensación, la cual solo aparece cuando mezclas contundencia y gusto por el balón, de un modo que pocos equipos han sabido reflejar  tan bien como el mismo Arsenal. Esa noche Wenger sorprendió a muchos alineando a un once que, al menos en apariencia, mostraba el lado más conservador del francés, con la inclusión de Flamini en el doble pivote, para dar rienda suelta arriba a un Ramsey pletórico de fuerzas.

El partido comenzó ante la expectación de muchos por conocer cómo se desarrollaría el mismo, algo que pudo verse desde muy pronto. El Arsenal no estuvo bien, estuvo espléndido. Todo en aquel equipo fluía casi sin querer, de la manera más estética y efectiva posible. El balón se desplazaba de una zona a otra del campo a una velocidad pasmosa, y siempre que se detenía, era en los pies de un jugador de calcetas blanquirrojas. La pareja Arteta-Flamini se hizo con el control absoluto de la sala de máquinas, ya fuese para atacar o para defender. Es más, Flamini, no contento con lo bien que lo estaba haciendo su equipo en la parcela ofensiva, se adhirió como una lapa a un Hamsik que llegaba a Lóndres como uno de los jugadores más en forma de Europa, y que se fue de allí de la forma más discreta posible. Flamini secó a Hamsik, y por ende, al Nápoles.


Este trabajo y dominio en medio campo sería a posteriori tremendamente elogiado en múltiples discusiones, aunque sin duda aquel partido tuvo a otros dos protagonistas, cuya magia consiguió mantener a todos los asistentes en un continuo éxtasis futbolístico. Ramsey y Özil, Özil y Ramsey, se asociaban por derecha, se asociaban por izquierda, triangulaban con Giroud, con Rosicky, y finalmente, ajusticiaban el marco de Reina. Su dinamismo aquel día alcanzó unas cotas desconocidas, en la mejor de las fusiones entre precisión y velocidad vistas hasta ahora. El entendimiento entre ambos era pleno, y su contagio a la grada completo. Ellos dos fueron, sin lugar a dudas, los grandes artífices de aquella perfecta sonata.


Así fueron unos primeros veinte minutos, que para muchos son lo mejor visto en toda Europa desde que se iniciase el curso en agosto, y que a su vez guardan codiciosamente, la gran cara del Arsenal este año.

La cruz

El Borussia Dortmund, anteriormente humillado por un Nápoles inoperante en su visita a Londres, llegaba al Emirates con la obligación de mostrar de manera definitiva, y ante un gran equipo, que aún recuerda como se juega a esto del balompié. Para este día, el alsaciano variaría una única pieza con respecto a aquel equipo que enamoró ante los de Benitez, dando entrada en el once a Wilshere en detrimento de un Flamini tocado. Este cambio provocaba el paso de Ramsey a ocupar una posición en el doble pivote junto a Arteta, dejando Wilshere ocupar el puesto que anteriormente ostentaba el galés. A simple vista se trataba de una simple variación, pero al pasar a analizar lentamente el partido, este leve gesto adquiere una trascendencia vital.

Más allá del buen partido de los alemanes, de su orden y de su buen hacer ese día, el Arsenal, en líneas generales, estuvo mal, bastante mal. La salida del once de un hombre como Flamini restó al equipo una agresividad que si tiene Ramsey, pero de la que le falta, y mucho, a Wilshere. Con este pretexto el Dortmund dominó el tempo del partido, obligando a los gunners a correr detrás del balón. El Arsenal no tenía el esférico, y cuando lo conseguía, era en campo propio y con el depósito de gasolina tremendamente mermado, debido al esfuerzo que requería recuperarlo. Por culpa de esto, el cuero no llegaba arriba con facilidad, y se pudo ver a un Özil completamente desesperado y fuera de posición, que incluso se vio en la obligación de bajar hasta medio campo para iniciar jugada.


Özil lo pasaba mal, y como no podía ser menos, su compañero de diabluras también. Ramsey, al que en el otro partido veíamos aparecer y moverse con frescura por todo al ancho de la zona de ataque, dibujando maravillosas combinaciones, se dedicó a correr, pero no a correr hacia adelante, sino hacia atrás. Con la ausencia de Flamini, los talentosos centrocampistas no daban abasto a parar las acometidas de las balas alemanas,  que tocaban y se movían con toda la libertad. La mejor muestra de este hecho es la consecución del primer gol, en el que Ramsey pierde un balón en el balcón de su propia área, que Lewandowski acaba incrustando en la portería gunner.



A pesar de que en el segundo periodo el arsenal consiguió revertir ligeramente la situación, el bajo rendimiento durante la mayor parte del partido del cuadro de Wenger supuso la cruz de un proyecto que promete muchas tardes de diversión en el Emirates.