Desde su llegada al Schalke, a finales de 2012, su estancia
en el club minero 04 había estado plagada de titubeos, de vacilaciones, de
indecisiones. Una temporada y media después, el mal arranque del equipo ha
reverdecido ese nunca extinto sentimiento de duda, que ha fulminado su paso por
la ciudad de Gelsenkirchen.
“Le quiero, no le quiero, le quiero, no le quiero…”
A menudo solemos relacionar estas palabras con escenas de
amor juvenil. El chico o la chica retira los pétalos de una margarita, pudiendo
ser cualquier otra flor, hasta llegar al último pétalo. Durante el
procedimiento del mismo, un frenesí de sentimientos, de subidas y bajadas,
invade el alma del protagonista. Y no es para menos, pues en este buscado azar
se encuentra la respuesta a la tan mascada duda. Todo un mar de pros y de
contras, resumidos en un breve instante, en un caprichoso azar, en un matemático
50/50.
Le quiero
La opción más racional, la menos pasional. La que te lleva a
tomar decisiones basando tu juicio en resultados, no en sensaciones, no en
aquello que percibes.
A pesar de un difícil arranque y algún resultado muy
negativo (la semana de los 11), la trayectoria en cuanto a resultados del
técnico del Schalke 04 podría evaluarse como satisfactoria. Clasificó al
conjunto para los octavos de final de la Liga de Campeones, donde fue eliminado
por el campeón, y acabó la temporada en tercera posición, obteniendo el billete
directo para la presente UCL. Eran los objetivos que el club marcó a principio
de año e, independientemente de la brillantez y la dificultad, se cumplieron
sin excesivas agonías. Este año, el equipo, a pesar de no haber arrancado todo
lo bien que se esperaba, había cuajado choques de gran mérito, como la última
victoria frente al máximo rival en el derbi del Ruhr o el empate en Stamford
Bridge.
Goretzka, Meyer y Kolasinac, tres de las grandes apuestas de
Keller| Imagen: bundesliga.com
Además, en el plano deportivo, desde su llegada, el cuadro
minero ha visto aumentados sus activos en plantilla, dando la alternancia a
jóvenes talentos. En nombres como Meyer, Ayhan, Goretzka, Kolasinac o Fährmann
siempre figurará el de Keller como el de aquel técnico que les permitió, no
solo debutar, sino brillar y ser importantes al primer nivel. Hecho que supone
un crecimiento, no solo deportivo, sino económico para el club.
No le quiero
La opción más sentimental. No tiene por qué estar basada en
nada palpable, en nada material, en hechos o resultados. Aquella que sale de lo
más profundo de tu ser, aquella que no tiene por qué ser comprensible.
Resultados aparte, una temporada después, los de la
Westfalia seguían aquejando los mismos síntomas. Y es que el Schalke siempre
dio la sensación de ser un equipo incompleto. Siempre fallaba o faltaba algo.
Muchas veces porque el nivel defensivo era paupérrimo, hecho que se repitió con
demasiada asiduidad, sobre todo ante rivales de nivel similar o superior.
Jugase quien jugase, al equipo le costaba un mundo mostrar una mínima solidez
atrás. Otras porque, incluso sacando los partidos adelante, los mineros solían
dar una imagen de equipo conformista. Daban la sensación de poder hacer más, de
poder aspirar a más. No había continuidad, el juego no fluía con periodicidad, faltaba hambre. Solo
altibajos y genialidades esporádicas que, ante rivales inferiores, te regalaban
partidos.
Howedes y Höger, personificaciones de los problemas
defensivos del equipo| Imagen: uefa.com
Tras varias semanas de dudas, para variar, la directiva del
club de Gelsenkirchen se decidió a cesar al técnico de Stuttgart, dando la
alternancia a Roberto Di Matteo. Todo apunta a que la destitución se debe a los
malos resultados obtenidos en la presente temporada, pero apenas se llevan
siete jornadas de la Bundesliga y el equipo sigue vivo en sus objetivos. Por
ello, cabe pensar que quizás la decisión esté más relacionada con las
sensaciones que transmite el equipo, repitiendo los alarmantes síntomas del
pasado. Sea una cosa o sea la otra, lo cierto es que la directiva se vio
obligada a tomar una decisión, a terminar de deshojar su margarita y el último
pétalo, como en la tan extendida escena, dictaminó sentencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario