miércoles, 12 de noviembre de 2014

Deshojando la margarita

Desde su llegada al Schalke, a finales de 2012, su estancia en el club minero 04 había estado plagada de titubeos, de vacilaciones, de indecisiones. Una temporada y media después, el mal arranque del equipo ha reverdecido ese nunca extinto sentimiento de duda, que ha fulminado su paso por la ciudad de Gelsenkirchen.


“Le quiero, no le quiero, le quiero, no le quiero…”

A menudo solemos relacionar estas palabras con escenas de amor juvenil. El chico o la chica retira los pétalos de una margarita, pudiendo ser cualquier otra flor, hasta llegar al último pétalo. Durante el procedimiento del mismo, un frenesí de sentimientos, de subidas y bajadas, invade el alma del protagonista. Y no es para menos, pues en este buscado azar se encuentra la respuesta a la tan mascada duda. Todo un mar de pros y de contras, resumidos en un breve instante, en un caprichoso azar, en un matemático 50/50.

Le quiero

La opción más racional, la menos pasional. La que te lleva a tomar decisiones basando tu juicio en resultados, no en sensaciones, no en aquello que percibes.

A pesar de un difícil arranque y algún resultado muy negativo (la semana de los 11), la trayectoria en cuanto a resultados del técnico del Schalke 04 podría evaluarse como satisfactoria. Clasificó al conjunto para los octavos de final de la Liga de Campeones, donde fue eliminado por el campeón, y acabó la temporada en tercera posición, obteniendo el billete directo para la presente UCL. Eran los objetivos que el club marcó a principio de año e, independientemente de la brillantez y la dificultad, se cumplieron sin excesivas agonías. Este año, el equipo, a pesar de no haber arrancado todo lo bien que se esperaba, había cuajado choques de gran mérito, como la última victoria frente al máximo rival en el derbi del Ruhr o el empate en Stamford Bridge.

Goretzka, Meyer y Kolasinac, tres de las grandes apuestas de Keller| Imagen: bundesliga.com

Además, en el plano deportivo, desde su llegada, el cuadro minero ha visto aumentados sus activos en plantilla, dando la alternancia a jóvenes talentos. En nombres como Meyer, Ayhan, Goretzka, Kolasinac o Fährmann siempre figurará el de Keller como el de aquel técnico que les permitió, no solo debutar, sino brillar y ser importantes al primer nivel. Hecho que supone un crecimiento, no solo deportivo, sino económico para el club.

No le quiero

La opción más sentimental. No tiene por qué estar basada en nada palpable, en nada material, en hechos o resultados. Aquella que sale de lo más profundo de tu ser, aquella que no tiene por qué ser comprensible.

Resultados aparte, una temporada después, los de la Westfalia seguían aquejando los mismos síntomas. Y es que el Schalke siempre dio la sensación de ser un equipo incompleto. Siempre fallaba o faltaba algo. Muchas veces porque el nivel defensivo era paupérrimo, hecho que se repitió con demasiada asiduidad, sobre todo ante rivales de nivel similar o superior. Jugase quien jugase, al equipo le costaba un mundo mostrar una mínima solidez atrás. Otras porque, incluso sacando los partidos adelante, los mineros solían dar una imagen de equipo conformista. Daban la sensación de poder hacer más, de poder aspirar a más. No había continuidad, el juego no fluía  con periodicidad, faltaba hambre. Solo altibajos y genialidades esporádicas que, ante rivales inferiores, te regalaban partidos.

Howedes y Höger, personificaciones de los problemas defensivos del equipo| Imagen: uefa.com

Tras varias semanas de dudas, para variar, la directiva del club de Gelsenkirchen se decidió a cesar al técnico de Stuttgart, dando la alternancia a Roberto Di Matteo. Todo apunta a que la destitución se debe a los malos resultados obtenidos en la presente temporada, pero apenas se llevan siete jornadas de la Bundesliga y el equipo sigue vivo en sus objetivos. Por ello, cabe pensar que quizás la decisión esté más relacionada con las sensaciones que transmite el equipo, repitiendo los alarmantes síntomas del pasado. Sea una cosa o sea la otra, lo cierto es que la directiva se vio obligada a tomar una decisión, a terminar de deshojar su margarita y el último pétalo, como en la tan extendida escena, dictaminó sentencia.

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