domingo, 2 de noviembre de 2014

Totalmente convencidos

Frantz Beckenbauer, Lothar Matthäus, Matthias Sammer… Alemania siempre ha estado acostumbrada a contar entre sus filas con varios de los mejores defensores del planeta. Grandes nombres que han liderado generaciones campeonas, grabadas para la posteridad. La Alemania contemporánea, la que de los mediapuntas habilidosos, ya no parece estar asociada a esta clase de futbolistas. No obstante, durante este Mundial, hay un hombre que, aunque alejado todavía, está recordando ligeramente a esos titanes que conforman la historia de la “Mannschaft”.


“Hummels es un extraordinario central, con unas grandes condiciones, pero…”

Si hace un año aproximadamente hubieras preguntado a cualquier seguidor de la Bundesliga lo que opinaba sobre el central del Borussia Dortmund Mats Hummels, lo más probable es que su respuesta hubiese sido algo parecido a esto. Su rendimiento, en líneas generales, solía ser notable, e incluso destacado, sin embargo, había algo en el zaguero nacido a las orillas del Rin que hacía desconfiar hasta a los más optimistas.

Y es que, llegados los partidos importantes, el portentoso aunque joven central se descomponía como un azucarillo. Ya fuese jugando con su club o su selección, estuviese delante el delantero que estuviese, cuando algo sustancial había en juego, sus carencias salían a la luz. Una pérdida de concentración en un momento puntual, un exceso de confianza en otro, una mala salida… la mala fortuna parecía jugar siempre del lado de Mats. Dicha circunstancia lo tenía en el punto de mira y nutría de argumentos a los más escépticos en cuanto a su nivel real.

Algo cambió 

Esta temporada del Borussia Dortmund empezó con Hummels situado un escaloncito por debajo de su compañero de zaga Subotic, cuyos primeros y únicos meses de competición rayaron un altísimo nivel. Llegó el invierno, y con él la plaga de lesiones del cuadro aurinegro, la cual arrastraría consigo a la pareja de centrales. Subotic se despidió de la temporada, pero Hummels tuvo la opción de reaparecer a tres meses de que finalizase la competición, y vaya si apareció. Con Subotic fuera, el germano poco a poco fue alcanzando un nivel inusitado. Cumplió con creces en la competición doméstica, y lo que es más importante, por primera vez, brilló con luz propia en las citas más importantes. Partidos como el que le enfrentó al Wolfsburgo en semifinales de la DFB Pokal o el choque de vuelta frente al Real Madrid en cuartos, posiblemente supongan algunas de las actuaciones más meritorias del central hasta la fecha.


Su recuperación de la lesión había sido óptima, y con el Mundial a la vuelta de la esquina, el borusser emprendía su tercera experiencia en la competición más exigente en su mejor momento. Era su hora, era su Mundial, la oportunidad de dar carpetazo a sus poco convincentes actuaciones pasadas y demostrarse a sí mismo y al Mundo que había crecido, había madurado y ya ningún reto se le quedaba grande.

Reafirmación

Primer partido del Mundial, primer rival serio para la Mannschaft, y primera gran actuación de Hummels (incluyendo un tanto de cabeza). El Mundial no pudo empezar mejor para el renano, que con el paso de los partidos, y a la vista de lo poco fluido del juego de su selección, se ha configurado como uno de los mejores jugadores del torneo. Participando de forma activa en las labores de creación de su equipo, donde se sabe y se siente un jugador importante; dando una solidez fundamental para el buen funcionamiento colectivo del equipo, pero sobre todo mostrándose  seguro, muy seguro. Ya no hay errores, ya no hay pérdidas de concentración, ya no hay lamentos, Hummels es el mejor defensor de Alemania, y posiblemente, uno de los mejores de la Copa del Mundo.


Su ausencia ante Argelia hizo naufragar a la pareja Boateng-Mertesacker, pero ante Francia, Hummels pudo rubricar el que probablemente sea uno de los mejores partidos de su carrera. En un partido más bien gris, más bien feo, donde la Mannschaft supo llevarse el gato al agua tirando de galones y esa competitividad innata que les caracteriza, el defensor fue el auténtico sustento de su equipo. Estuvo atentísimo para tapar los innumerables despistes de Boateng, cerró a la perfección cualquier intento de inclusión por su lado, aportó un poso en defensa fundamental en esta clase de partidos y por si fuera poco, anotó el tanto de la victoria. Daba igual lo que intentasen les bleus, las ocasiones que tuvieran, uno veía a Neuer y a Hummi y le quedaba la sensación de que Francia nunca marcaría.


En semifinales ante Brasil, la poderosa exhibición de su equipo le permitió pasar a un segundo plano, pero la final seguro que es otra historia. Aun así, y pase lo que pase, la actuación de Hummels en esta Copa del Mundo ha dejado a todos, detractores y los que no lo son tanto, totalmente convencidos.

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