Frantz Beckenbauer, Lothar Matthäus, Matthias Sammer…
Alemania siempre ha estado acostumbrada a contar entre sus filas con varios de
los mejores defensores del planeta. Grandes nombres que han liderado
generaciones campeonas, grabadas para la posteridad. La Alemania contemporánea,
la que de los mediapuntas habilidosos, ya no parece estar asociada a esta clase
de futbolistas. No obstante, durante este Mundial, hay un hombre que, aunque
alejado todavía, está recordando ligeramente a esos titanes que conforman la
historia de la “Mannschaft”.
“Hummels es un extraordinario central, con unas grandes
condiciones, pero…”
Si hace un año aproximadamente hubieras preguntado a
cualquier seguidor de la Bundesliga lo que opinaba sobre el central del
Borussia Dortmund Mats Hummels, lo más probable es que su respuesta hubiese
sido algo parecido a esto. Su rendimiento, en líneas generales, solía ser
notable, e incluso destacado, sin embargo, había algo en el zaguero nacido a
las orillas del Rin que hacía desconfiar hasta a los más optimistas.
Y es que, llegados los partidos importantes, el portentoso
aunque joven central se descomponía como un azucarillo. Ya fuese jugando con su
club o su selección, estuviese delante el delantero que estuviese, cuando algo
sustancial había en juego, sus carencias salían a la luz. Una pérdida de
concentración en un momento puntual, un exceso de confianza en otro, una mala
salida… la mala fortuna parecía jugar siempre del lado de Mats. Dicha
circunstancia lo tenía en el punto de mira y nutría de argumentos a los más
escépticos en cuanto a su nivel real.
Algo cambió
Esta temporada del Borussia Dortmund empezó con Hummels
situado un escaloncito por debajo de su compañero de zaga Subotic, cuyos
primeros y únicos meses de competición rayaron un altísimo nivel. Llegó el
invierno, y con él la plaga de lesiones del cuadro aurinegro, la cual
arrastraría consigo a la pareja de centrales. Subotic se despidió de la
temporada, pero Hummels tuvo la opción de reaparecer a tres meses de que
finalizase la competición, y vaya si apareció. Con Subotic fuera, el germano
poco a poco fue alcanzando un nivel inusitado. Cumplió con creces en la
competición doméstica, y lo que es más importante, por primera vez, brilló con
luz propia en las citas más importantes. Partidos como el que le enfrentó al
Wolfsburgo en semifinales de la DFB Pokal o el choque de vuelta frente al Real
Madrid en cuartos, posiblemente supongan algunas de las actuaciones más
meritorias del central hasta la fecha.
Su recuperación de la lesión había sido óptima, y con el
Mundial a la vuelta de la esquina, el borusser emprendía su tercera experiencia
en la competición más exigente en su mejor momento. Era su hora, era su
Mundial, la oportunidad de dar carpetazo a sus poco convincentes actuaciones
pasadas y demostrarse a sí mismo y al Mundo que había crecido, había madurado y
ya ningún reto se le quedaba grande.
Reafirmación
Primer partido del Mundial, primer rival serio para la
Mannschaft, y primera gran actuación de Hummels (incluyendo un tanto de
cabeza). El Mundial no pudo empezar mejor para el renano, que con el paso de
los partidos, y a la vista de lo poco fluido del juego de su selección, se ha
configurado como uno de los mejores jugadores del torneo. Participando de forma
activa en las labores de creación de su equipo, donde se sabe y se siente un
jugador importante; dando una solidez fundamental para el buen funcionamiento
colectivo del equipo, pero sobre todo mostrándose seguro, muy seguro. Ya no hay errores, ya no
hay pérdidas de concentración, ya no hay lamentos, Hummels es el mejor defensor
de Alemania, y posiblemente, uno de los mejores de la Copa del Mundo.
Su ausencia ante Argelia hizo naufragar a la pareja
Boateng-Mertesacker, pero ante Francia, Hummels pudo rubricar el que
probablemente sea uno de los mejores partidos de su carrera. En un partido más
bien gris, más bien feo, donde la Mannschaft supo llevarse el gato al agua
tirando de galones y esa competitividad innata que les caracteriza, el defensor
fue el auténtico sustento de su equipo. Estuvo atentísimo para tapar los
innumerables despistes de Boateng, cerró a la perfección cualquier intento de
inclusión por su lado, aportó un poso en defensa fundamental en esta clase de
partidos y por si fuera poco, anotó el tanto de la victoria. Daba igual lo que
intentasen les bleus, las ocasiones que tuvieran, uno veía a Neuer y a Hummi y
le quedaba la sensación de que Francia nunca marcaría.
En semifinales ante Brasil, la poderosa exhibición de su
equipo le permitió pasar a un segundo plano, pero la final seguro que es otra
historia. Aun así, y pase lo que pase, la actuación de Hummels en esta Copa del
Mundo ha dejado a todos, detractores y los que no lo son tanto, totalmente
convencidos.
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